Por qué el enfoque de los/la galardonados por el Nobel no contribuye a superar la pobreza

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Por Emilia Brito y Javiera Petersen, investigadoras OPES.

El llamado Premio Nobel de Economía (en realidad el premio del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, a diferencia de los Nobel originales) fue otorgado este año a Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer por su “su aproximación experimental para aliviar la pobreza mundial”. Los/la autores se basan en modelos microeconómicos que estudian cómo se puede influir en el comportamiento humano, y lo estudian buscando estimar los efectos causales de políticas que puedan combatir la pobreza a través de preguntas concretas que se responden con experimentos de campo similares a los ensayos clínicos utilizados en medicina.

El enfoque de los/la galardonados se basa en hacer un “experimento aleatorio controlado” (RCT por sus siglas en inglés). Esta prueba entrega un “tratamiento” de forma aleatoria, formando un grupo de tratamiento (personas que recibieron el tratamiento) y un grupo de control (quienes no recibieron el tratamiento). La comparación entre los efectos de ambos grupos sirve para medir el impacto del tratamiento.

Veamos algunos ejemplos de RCT en la economía:

 

  • “Trabajadoras sexuales, estigma y autoimagen: evidencia de burdeles en Calcuta.” Ghosal et al., 2016.

 

Se “estudia el link entre auto-estima y comportamiento en individuos sujetos a estigma, pobreza y exclusión social”. Argumentando la existencia de una “trampa de pobreza psicológica”, los autores evalúan una intervención psicológica para aumentar la autoestima de trabajadoras sexuales en India. Después de la intervención, las trabajadoras tratadas reportaban mayor autoestima, mayor capacidad para enfrentar desafíos y eran en promedio más felices. También exhibían mayor propensión a ahorrar. Según los autores, sus resultados muestran que “intervenciones puramente psicológicas, sin apoyo económico, pueden generar cambios positivos en el comportamiento de los pobres y marginalizados”.

 

  • “Educación, VIH y fertilidad temprana: evidencia experimental de Kenia.” Duflo, Dupas y Kremer, 2014.

Se evalúa el impacto de 2 programas: 1. clases de educación sexual, 2. entrega de uniformes escolares; en: i. embarazo adolescente, ii. contagio de enfermedades de transmisión sexual en niñas. Ninguna de las intervenciones modificó las tasas de contagio. En cuanto a reducir embarazos, la entrega de uniformes fue más efectiva por sí sola que acompañada de clases de educación sexual. Los autores explican los resultados planteando que sus hallazgos “no son compatibles con un modelo donde el sexo sin protección determina al mismo tiempo embarazos y contagio de enfermedades”, pero sí lo serían en uno “donde las niñas eligen (i) el nivel de riesgo en sus conductas sexuales, y (ii) tener sexo casual o parejas estables”.

Una de las principales críticas al enfoque RCT es que individualiza el problema de la pobreza, ignorando las estructuras que la provocan y mantienen. Si bien este método puede ser relativamente útil para descubrir qué intervención funciona en un contexto muy específico, no sirve para analizar las dinámicas más profundas detrás de la pobreza, la distribución y el desarrollo. Esto es clave, ya que la pobreza y las desigualdades no se originan espontáneamente, ni tampoco son responsabilidad personal de quiénes están en dicha condición, sino que son resultado del proceso de creación y distribución de ingresos y bienestar del actual modelo económico.

 

Entender desde la economía cómo la extrema riqueza está relacionada con la extrema desigualdad, es esencial para construir un enfoque que permita terminar con la pobreza.

Los RCTs han ganado gran popularidad en las ciencias sociales, llegando a ser considerados la regla de oro en cuanto a producción académica de calidad. Los resultados basados en RCTs son considerados más confiables que los obtenidos con otros métodos y son, por lo tanto, percibidos como evidencia más sólida al momento de debatir sobre política pública. Esta “superioridad” de los RCTs en la investigación económica ha contribuido a privilegiar la “pureza” del método por sobre la relevancia de la pregunta, y a muchas veces ignorar otros enfoques y fuentes de información que pueden hacer un mejor trabajo estudiando los procesos sociales y económicos de los países más pobres.

Carola del RíoColumna de opinión