Katherine Yumha: La reforma tributaria y los efectos de la reintegración del sistema

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Hace algunos días se aprobó la idea de legislar el proyecto de reforma tributaria ingresada por el gobierno. Una de las modificaciones más significativas que propone este proyecto de ley es la integración del sistema tributario, que implica que los impuestos corporativos sean considerados como crédito para los impuestos personales que deben pagar sus dueños. Esta medida involucra un costo de US $ 833 millones por efecto de la menor recaudación fiscal que implica el menor pago de impuestos personales de los dueños y socios de las grandes empresas del país.

Volver a un sistema integrado de tributación es un retroceso en cuanto a la eficiencia y efectividad de la estructura tributaria. Solo 4 países de la OCDE utilizan este sistema, mientras que la mayoría tiene un sistema total o parcialmente desintegrado. Los beneficios de la desintegración, o sistema clásico, se basan en la distinción entre la renta de las empresas y la renta de las personas, lo que permite un tratamiento justo, eficiente y estructuralmente progresivo. La propuesta de integración del gobierno conlleva una brecha en la base sobre la que el capital y el trabajo pagan sus impuestos: mientras los trabajadores pagan impuestos sobre el total de ingresos que genera, los dueños de empresas paga solo por los ingresos que retira. Esta tratamiento desigual no solo rompe con el principio de equidad horizontal, sino que es un desaliento a la inversión y al crecimiento del país ya que incentiva la distribución de utilidades desfavoreciendo a la reinversión de las mismas.

De este modo, la reintegración que pretende instalar el proyecto de reforma tributaria es una política ciega a los objetivos de desarrollo de Chile, al implicar un retroceso en la progresividad del sistema tributario del país, una menor recaudación fiscal de carácter permanente, y un perjuicio a la inversión y al crecimiento.